Cristo: El Hombre Perfecto

En el estudio de “Cristo: el Segundo Adán”, te habrás dado cuenta de la importancia de la humanidad de Jesús en el plan y propósito de Dios. Estudiamos que él es el principio de la nueva creación; el Segundo Adán, creado según Dios en santidad y justicia. Entender el plan divino es comprender la importancia de la humanidad de Cristo para nuestra salvación.

En este estudio deseo mostrarte que nuestro Señor tomó verdaderamente nuestra humanidad. Algunos piensan que para ser un hombre como nosotros él tenía que tener nuestras mismas pasiones, es decir, nuestras mismas debilidades y defectos morales. Este modo de pensar es equivocado. La humanidad que Dios creó era perfecta, libre de toda imperfección. Fue esa naturaleza humana perfecta la que Cristo tomó. Él no vino al mundo como nuestro modelo —aunque el creyente siempre lo mirará para aprender a conducirse en el mundo—, vino para tomar la posición del Segundo Adán y restaurar la humanidad a la relación perfecta que antes gozaba.

Únicamente seres perfectos pueden obedecer a Dios por lo que Adán fue creado perfecto, mantuvo este estado hasta el día en que decidió rebelarse. A partir de entonces ninguno tiene la habilidad de rendir obediencia perfecta. Para hacer realidad la salvación Dios nos dio un Segundo Adán adornado con todas las perfecciones morales para que pudiera rendir en nuestro lugar la obediencia que el primer Adán fracasó en dar.

La Humanidad de Jesús Predicha

La humanidad de Jesús es de vital importancia para entender la revelación de Dios. A Dios le conocemos en esta humanidad; y siendo que es el medio por el cual se haría presente en el mundo, habló de ella desde el mismo principio. Anunció de antemano la buena noticia a Adán al decirle que el Hijo de la mujer aplastaría la cabeza a la serpiente (Génesis 3:15). Es aquí donde por primera vez se revela que el Salvador tendría nuestra misma naturaleza. No fue solamente hombre, era igualmente Dios en carne humana. Isaías 9:6 profetizó que nos darían un niño que tendría el principado sobre sus hombros y llevaría por nombre Padre Eterno, Dios fuerte. Daniel lo llama el Hijo del Hombre o Hijo de Adán. Con lo cual se confirma que tendría ambas naturalezas.

Pablo reconoce la humanidad del Señor en Romanos 1:3 al describirlo como descendiente de David, según la carne; en Romanos 9:5 le atribuye divinidad al decir que es “Dios bendito sobre todas las cosas”, y en Colosenses declara que en él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad. Todos cuantos profetizaron de él hablaron tanto de su divinidad como de su humanidad.

Jesús es verdaderamente Humano

La humanidad de Jesús es totalmente real, no una apariencia; fue enteramente como nosotros y experimentó el mismo proceso de gestación, aunque no se contaminó con el pecado. En el anuncio de su nacimiento el ángel dijo a María: “Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS (Lucas 1:31). Experimenta el desarrollo, como todo niño, crece en sabiduría y en gracia alcanzando buena opinión delante de Dios y los hombres (Lucas 2:40,52). Durante su vida, su humanidad fue tentada y probada como lo es la nuestra; con la particularidad de que nunca cedió a la tentación (Lucas 4).

Jesús no nació con naturaleza corrupta

Lo que hace único y diferente su humanidad de la nuestra es que él nació sin pecado. Hablando del nacimiento del hombre, David declara: “en pecado me concibió mi madre”(Salmo. 51:5) Job decía: cómo será limpio el nacido de mujer, o quién hará limpio lo inmundo (Job 14:4; 15:14). Pero del hijo de María declararon algo que era contrario a la ley de la herencia. Lucas registra que el ángel le dijo a María que lo que “nacería santo” o el “santo ser que nacerá” sería llamado hijo de Dios. Pedro asegura que era una ofrenda perfecta y sin mancha (1 Pedro 1:19), que nunca hizo pecado ni fue encontrado engaño en su boca (1 Pedro 2:22). Era todo lo que Dios había deseado que nosotros fuéramos y no logramos ser; él es el hombre ideal, el perfecto hombre que puede recibir la aprobación de Dios en base a su justicia personal. El mismo Dios lo confirma desde el cielo en el momento en que lo bautizan, al decir: “este es mi hijo amado en quien me complazco”( Lucas 3:22).

Por qué Jesús necesita una humanidad perfecta

Quizás alguno se pregunta: ¿por qué era necesario un segundo hombre, perfecto como Adán antes de la caída? Una pregunta cuya respuesta es de gran importancia. Cuando hablamos de la humanidad de Jesús estamos hablando de la necesidad de sus experiencias como un ser humano bajo el señorío de Dios, no simplemente de su carne. La vida que vivió como hombre, en nuestro tiempo y en similares circunstancias es lo que hace posible nuestra salvación. Por lo que la Escritura afirma que somos salvos por su vida (Romanos 5), que en el verso 18 se define como su vida obediente. Hebreos 2:14-18 establece que tenía que tener una naturaleza santa para ponerse a la cabeza de la humanidad y luchar a favor de ellos contra el reino de las tinieblas y para que fuera la perfecta ofrenda. A fin de que efectuara la obra que Dios le encomendó le preparó un cuerpo sin las debilidades propias a nuestra carne (capítulo 10). Pablo expone que Jesús tomó una naturaleza humana semejante a carne de pecado—no igual—para condenar el pecado en la carne y capacitar a la ley para hacer lo que no pudo por causa de nuestra debilidad. Presta atención a lo que el apóstol afirma en los siguientes versos:

Romanos 8:3,7 El mero conocimiento de la ley de Dios no nos libra de las garras del pecado, porque no somos capaces de cumplirla. Por eso, a fin de darnos la salvación, envió Dios a su propio Hijo con un cuerpo humano igual en todo al nuestro (pero sin pecado), y al entregarlo en sacrificio a causa de nuestros pecados, destruyó el dominio que el pecado ejercía sobre nosotros. Porque la intención de la naturaleza pecaminosa es rebeldía contra Dios: nunca ha obedecido a la ley de Dios ni nunca podrá obedecerla.

Como puedes ver, si Jesús habría de lograr lo que nosotros no pudimos, era necesario que no tuviera la debilidad que nos incapacitaba. Con nuestra humanidad débil y pecaminosa no pudimos obtener de la ley el derecho a la vida. Es por esto que él toma una humanidad sin pecado, para tener la fuerza moral y espiritual para obedecer lo que nosotros no pudimos. Hebreos 7:25-28 también establece que su perfecta humanidad es necesaria para llegar a ser nuestro sacerdote celestial.

Hebreos 7:25-28 Por eso también puede salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos. Nos convenía tener un sumo sacerdote así: santo, irreprochable, puro, apartado de los pecadores y exaltado sobre los cielos. A diferencia de los otros sumos sacerdotes, él no tiene que ofrecer sacrificios día tras día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo; porque él ofreció el sacrificio una sola vez y para siempre cuando se ofreció a sí mismo. De hecho, la ley designa como sumos sacerdotes a hombres débiles; pero el juramento, posterior a la ley, designa al Hijo, quien ha sido hecho perfecto para siempre.

Porque Cristo tuvo una perfecta naturaleza humana, fue capaz de completar de forma perfecta la obra que le dieron. Como resultado, puede salvar completamente a los que se acerca a Dios a por su intermedio.

Conclusión

Si Cristo no posee una perfecta humanidad entonces necesita de salvación como todos nosotros; sus actos no hubiesen sido perfectos y no podrían salvar a quienes vino a representar, lo que significaría que Satanás ganó la victoria sobre él. Por otro lado, puesto que posee una perfecta humanidad, las obras que produjo fueron del agrado del Padre y consiguieron para nosotros toda suerte de bendición. Él nos hizo todo cuanto Dios deseó que fueramos; en su cuerpo de carne nos presenta santos, perfectos y sin mancha. Su humanidad será para siempre el sello y garantía de nuestra aceptación delante de Dios.

2 thoughts on “Cristo: El Hombre Perfecto”

  1. Dios creo a Adan y Eva a semejanza (shelem) e imagen (demut) de El, Gen. 1:26,27. Ni Adan ni Eva eran iguales a Dios. Satanas, que quiso ser semejante a Dios en autoridad, Isaias 14:12-14, metio esa idea en las mentes de Adan y Eva, Gen. 3:5. Durante siglos la idea de que el hombre puede ser igual a Dios ha sido plasmada en la literatura, en la historia de Egipto, Roma y otras naciones paganas. Hay religiones que se dicen ser cristianas y predican que somos o tenemos un alma inmortal. Pero, Dios solo es inmortal, 1 Tim. 6:16. En cambio, Cristo, siendo en forma de Dios, no quiso ser igual a Dios, se anonano asi mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres, pero no igual a los hombres, Fil. 2:6,7, para humillarse haciendose obediente hasta la muerte y muerte de cruz, Fil. 2:8. Cristo es semejante en todo a nosotros pero sin pecado, 1 Ped. 2:22. Cristo es la imagen exacta del Padre, Heb.1:3, en carne humana, Juan 1:14,18. Nosotros no somos la imagen exacta de Dios sino que traemos la imagen de Dios deteriorada por causa del pecado. Podemos asemejarnos al Cristo humano pero nunca, nunca seremos como El es. Jesus es UNICO. Si podemos ser como el en vano vino Cristo a salvarnos y en vano guardo la ley perfectamente p0or mi. Nosotros solo podemos dar una obediencia imperfecta, llena de pecado, que depende de la obediencia perfecta de Cristo, Su justicia imputada.

  2. buen dia acabo de enterarme de tu web y la verdad es que me parece genial no sabia de mas personas interesadas en estos temas, aqui tienes un nuevo lector que seguira visitandote a diario.

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