El Amor Nunca se Extingue

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¿Qué es el amor? Es algo que el mundo de hoy desconoce. Muchos lo confunden con sentimiento, por esta razón escuchamos a menudo decir “no siento nada por ella”, “no siento que ya la quiera”.  Juan llama a los creyentes a contemplar el amor. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre”.  Para él amor no es algo que se siente, una experiencia, es mas que todo una exhibición, una exhibición hecha en la cruz. El amor verdadero muestra cuatro características:

El amor es Exclusivo

El amor que se da en prostitución no tiene compromiso y no es fiel a uno sólo. Es una pasión que domina los sentidos y anula la razón; pero el amor verdadero es fiel y vive para ese uno que ama. El amor dice: “hazme tuya, te pertenezco”. Así canta la esposa de Salomón al hablar de él. Le pide que la ponga como un sello sobre su corazón, como un sello sobre el brazo. Está pidiendo que lleve las marcas de la esclavitud que reconozca que es posesión de ella y que el mundo así lo entienda. El amor no está de acuerdo en compartir, lo domina un santo egoísmo. Exige total exclusividad. Así lo expresa Dios  cuando le dice a Israel: “yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo”, también cuando les reclama por qué se han ido en pos de otros dioses cuando él era su único marido. El amor confiesa: “tú eres mía, yo te he apartado tan sólo para mi”.  “He aquí que en las palmas de las manos te he grabado; delante de mí están siempre tus muros” (Isaías 49:16). Dios nos ha grabado en sus manos para no olvidarse nunca que nos pertenece.

El amor nos hace esclavos de lo que amamos. Este amor no es el que encontramos en el mundo donde la personalidad se pierde, y se nos hace muñecos de los demás, meros títeres. El amor celestial nos conquista con la manifestación del amor divino. El que ama no piensa en recibir, sino en dar; no se preocupa de cómo ser feliz, sino de cómo hacer feliz. De este amor habló Pablo cuando escribió:

El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable.
El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie.
No es orgulloso.
No es grosero ni egoísta.
No se enoja por cualquier cosa.
No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho. No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad.  El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo.
Sólo el amor vive para siempre. (1 Corintios 13:4-8, TLA).

El amor es fuerte

El amor es fuerte como la muerte, decía Salomón. La muerte se presenta a menudo como un poderoso enemigo que por más que luchemos siempre obtiene la victoria. Los grandes y los chicos, los débiles y los fuertes, los de mucha honra y los de poca, todos han sucumbido a su poder. Así también lo es con el amor. Por amor caen los reinos, se vencen los reyes y se logran grandes imposibles. El amor conquistó al mundo pagano y lo puso bajo los pies de Cristo. Sometió los corazones endurecidos de los hombres al servicio del Maestro.

El amor hace descender al mismo Dios de su magnifico trono y lo coloca en un pesebre; lo hace pobre, siendo rico. Hace que retenga su ira y abre el camino a la gracia; que se someta al sufrimiento y experimente la humillación por parte de insignificantes criaturas.

Por amor Moisés rechaza los honores de Egipto, porque tiene por más privilegio los sufrimientos de Cristo. Por Amor Estevan acepta ser apedreado, Pedro ser crucificado y Juan la soledad de Patmos. Por amor los mártires prefirieron la hoguera, el ser alimento de leones que deshonrar su amado Señor y Esposo. Tal es el poder del amor, nada a él se compara. Donde existe amor no existe la palabra imposible. El amor es todopoderoso.

El amor es invencible

Salomón describe el amor como “destellos, destellos de fuego, la llama misma del SEÑOR”. Las muchas aguas no pueden extinguir el amor, ni los ríos lo anegarán. Lo que expresa de manera poética es que el amor se sobrepone a toda dificultad a todo impedimento, es invencible. Las muchas aguas representan las grandes pruebas, los sufrimientos que enfrenta en la vida, nada de ello puede contra el amor. Las amenazas de los reyes y los cesares, el dolor ni el sufrimiento pueden vencerlo. Pablo hablaba de la invencibilidad del amor cuando dijo:

“Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Rom. 8: 37-39).

El que ama nada lo puede vencer, el amor es en sí mismo victoria. El odio no puede vencer al amor, el rencor, el orgullo ni la humillación pueden vencer al que ama. En medio de los problemas de la vida Pablo llegó a decir: “por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10). El amor se ve insignificante ante la fuerza, pero los poderosos dejarán de ser, mientras que el amor nunca acabará. En la cruz el amor se veía insignificante, débil y hasta sin esperanzas. Tal parecía que el poder del odio triunfaría, pero el amor, como una débil yerba que se abre paso a través del duro pavimento, abrió las puertas vencedoras del Seol y demostró ser invencible.

El amor es inexplicable

¡Quién puede explicar el amor! Los muchos años de historia muestran que los grandes talentos: poetas, novelistas y pintores han intentado definirlo, lo han tratado de expresar, pero todo ha sido en vano. El hombre jamás podrá comprenderlo ni explicarlo porque su naturaleza no es terrenal, es eterna. Dios es amor, el amor es Dios y donde quiera éste se manifiesta se revela algo de Dios. En el amor el Eterno nos permite experimentar algo que sólo a él pertenece y, por lo tanto, el que ama refleja a Dios. El amor de Dios es como la poderosa luz del sol, el nuestro la luna que lo refleja.

Al amor no lo procuramos, no lo compramos, los ruegos no pueden producirlo; la manipulación, el chantaje y la fuerza no lo pueden hacer surgir. El amor es un misterio, nos sobrecoge, nos domina y nos hace siervos. Lo que la fuerza no logra el amor lo hace, lo que el miedo no provoca, el amor lo motiva. El amor todo lo puede, hace lo imposible posible. Donde hay amor no hay barreras, no hay orgullo, no hay venganza ni deseo de dominio.  El amor se goza en servir, en dar más que en recibir, está más dispuesto a  sufrir que a reír.

Voltaire decía: “Ama a aquellos que te aman”. Si viviéramos por este principio cuán pequeño sería el mundo. Es por esto que para muchos su mundo es muy pequeño. Dios dice lo opuesto a este ateo que desconocía lo que es la naturaleza del amor. Jesús dijo: “amad a vuestros enemigos”. No hay gracia conferida cuando amamos a los que nos hacen bien. Esto enseñó Jesús y lo puso en practica en su vida: “Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman” (Lucas 6:32). Salomón señala que el amor es algo incomprensible y quien lo posee daría todas sus riquezas por el ser que ama. “Si el hombre diera todos los bienes de su casa por amor, de cierto lo menospreciarían”.  Esto precisamente hizo Dios, entregó las riquezas del cielo, su hijo unigénito, por amor al mundo. Para aquel que no conoce el amor es locura el sacrificio. Alguien decía: “La medida de nuestro amor está en proporción con la medida de nuestro sacrificio”.

Spurgeon lo expresa así:

“Los hombres que aman mucho están listos para dar mucho, y usualmente puedes medir la verdad de ese amor a través de sus sacrificios y renuncias. Ese amor que no guarda nada para sí, sino que se agota en ayudar y bendecir a su objeto, es el verdadero amor, y no un amor solamente de nombre. El poco amor se olvida de traer el agua para lavar los pies, pero el amor grande quiebra el vaso de alabastro y derrama su valioso perfume”.

Juan da esta misma definición del amor cuando dice: “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1 Juan 3:16). Quién puede explicar un amor como éste, que se entrega por aquellos que lo niegan, lo menosprecian y lo crucifican.

Merle Shain señaló que “Amar puede costar mucho pero no amar siempre cuesta mucho más, y aquellos que temen amar a menudo encuentran que la falta de amor es un vacío que roba la alegría de la vida.  Sam Keen acertadamente escribió que: “Llegas a amar no al encontrar personas perfectas, sino viendo a personas imperfectas como si fueran perfectas”.

Conclusión

Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros (1 Juan 4:7-11).

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