Un sonido espantoso acompañado de un fuerte grito se escucha entre los árboles de la montaña. Jorge había caído por la grieta de una caverna, quedando inconsciente, con poca esperanza de sobrevivencia. Jorge era un joven lleno de salud, en la primavera de la juventud, con grandes ambiciones en la vida. Su futuro era prometedor. Un verano sale con su amigo a explorar montañas, una actividad que le apasionaba. La naturaleza le atraía de manera especial, le gustaba el sonido del silencio que se movía por los prados y montañas de esos lugares casi vírgenes de la presencia humana. Le agradaba escapar de los bosques de cemento de las ciudades para disfrutar de la fauna y la flora de la naturaleza.
Jorge se separa de su amigo para investigar una grieta que le llama la atención, se acerca demasiado, y resbala. Desesperado trata de agarrarse de lo que encuentra mientras cae, pero nada puede amortiguar su caída y se desploma con gran violencia. Siente que todo su cuerpo se hace pedazos, y pierde el conocimiento.
Al escuchar los gritos desesperantes de Jorge, su amigo salió en su búsqueda. Tenía una idea del lugar donde había caído, pues conocía muy bien la región. Se asoma por una de las grietas y puede ver el cuerpo inerte de Jorge, lo llama, pero no recibe respuesta. Insiste e insiste hasta que finalmente despierta. Apenas puede hablar, con dificultad deja salir un gemido pidiendo ayuda. Su amigo lo insta a que se ponga de pie, Jorge busca fuerza en su cuerpo adolorido, pero sus miembros no responden. Con la caída había quedado cuadripléjico. La cuadriplejia es la condición permanente donde la persona no puede mover ninguno de sus miembros. Necesita ayuda, pero ¿qué clase de ayuda?, es la pregunta importante.
Su amigo lo motiva a levantarse, pero Jorge no puede. No importa cuánto lo estimule, y cuánto inspire en él el deseo por salir de la situación en la que se encuentra, Jorge nada puede hacer. Tiene ansiedad por salvar su vida, pero no tiene el poder de hacerlo. Su amigo le lanza una soga, la soga toca su mano, y otra vez lo insta a que la tome; le ordena que no se deje vencer por la situación, que se pare o por lo menos que se arrastre y coloque la soga alrededor de su cuerpo para él subirlo. Jorge quiere hacerlo, tiene la voluntad, pero no puede mover ni siguiera un dedo de su mano. Pueden bajar una escalera, aun podrían mandarle un experto en terapia física y de nada le serviría. La ayuda que necesita no es de esa clase, no son medios, instrucciones, o ejercicios, necesita alguien que descienda, se lo eche encima y lo saque de aquel lugar que se había convertido en su tumba.
Su amigo sale en busca de ayuda, pero nadie se atreve a bajar al lugar, pues era sumamente peligroso. Hasta que un hombre extranjero, movido por los sollozos angustiosos de Jorge, decide descender a riesgo de su propia vida. Desciende hasta llegar junto a Jorge, toma su cuerpo inmóvil, lo echa sobre sus hombros y empieza su camino de ascenso hasta la superficie. Llevan al moribundo al hospital, sanan sus heridas pero quedó cuadripléjico. Por el resto de su vida dependería de la asistencia de otro para sobrevivir.
Esta es nuestra condición frente a la demanda del Cielo. Como Jorge, nosotros caímos en el pozo del pecado y nos hemos convertido en cuadripléjicos espirituales, es decir, en inválidos que no pueden hacer absolutamente nada. Por más que se les explica a las personas que la salvación es una obra enteramente de Dios, se les hace difícil aceptarlo. Se ven a sí mismos como personas heridas espiritualmente o como muertos resucitados, a los cuales o se los sana o se los revive. Para estos la salvación no es un evento, un acto acabado sino un proceso. Los escuchas decir: “somos salvos con la ayuda de Cristo” o “con la ayuda del Espíritu”. Por ayuda entienden que Cristo ganó para ellos el Espíritu Santo, el terapista físico que viene a entrenarlos y fortalecerlos para que, cuando se les extiende la soga de la obediencia o buenas obras en santificación, salgan del abismo del pecado en que se encuentran. ¡Oh almas ciegas a su realidad! Son unos cuadripléjicos: inválidos, incapacitados para hacer nada para salvarse de su estado.
La ley los amonesta a levantarse, les ordena a que lo hagan, pero al igual que Jorge, que tenía la soga en sus manos pero no podía tomarla, el hombre se encuentra impotente de hacer lo que se le ordena. Iluminado por el Espíritu de Dios despierta del sueño que provocó su caída, pero lo único que descubre es que es un cuadripléjico espiritual, no puede responder a las exhortaciones, no puede responder a la ayuda que ofrece la ley. Él no necesita exhortaciones o un terapista espiritual que lo ayude a salir de su condenación, necesita uno que descienda y lo saque del juicio de la muerte.
La obra del Espíritu no es restaurar nuestras habilidades de salvarnos a nosotros mismos, sin embargo esto es lo que muchos entienden cuando aseguran que el cristiano regenerado tiene una nueva capacidad para obedecer a Dios. El Espíritu Santo sabe que con la caída quedamos cuadripléjicos; su labor es hacernos reconocer nuestra condición para que clamemos por salvación que Cristo consumó. La fe es un grito de desesperación ante el descubrimiento de nuestra total impotencia para salir del pozo en el cual nos encontramos. La fe no clama por asistencia, clama por un Salvador que descienda a rescatarnos. El cuadripléjico espiritual no necesita de exhortación o clases de cómo salir de su condición, él necesita de uno que lo saque y continúe asistiéndole el resto de su vida.
Muchos cometen el error de pensar de la salvación como un proceso de restauración moral. Dios los librará de su condición de cuadripléjicos espirituales y les restaurará las capacidades perdidas para poder terminar su salvación. Engañados por su propia imaginación y por ese deseo enfermizo de arrebatarle la gloria a Dios, se convencen a sí mismos de que Cristo hizo la primera parte del proceso de la salvación: los sacó del pozo. Luego, los lleva al hospital del Espíritu para que los sane completamente y restaure en ellos el poder de obrar. La etapa final de la salvación, piensan estos ignorantes de la depravación humana, es perseverar en buenas obras.
Como en la historia de Jorge, Cristo nos salvó del pozo en que nos encontrábamos, y continúa asistiendo a sus hijos cuadripléjicos hasta el día en que sus cuerpos sean restaurados a su condición original. Mientras tanto confesamos que Cristo es el único autor de la salvación y que esta salvación ya se consumó, por lo que el creyente no debe esperar nada adicional. La obra del crecimiento cristiano, los cambios que en él acontecen son fruto del evangelio, pero no añaden a la salvación. Algunos llevan al extremo la metáfora de la resurrección espiritual al punto de asegurar que en la conversión el hombre adquiere una nueva naturaleza que coexiste junto al cuerpo pecaminoso. Se la imaginan con la misma capacidad que Cristo tenía.
Nuevamente, al hablar de la salvación del hombre, en lo que a condiciones y requisitos para ser aceptables ante Dios se refiere, debemos confesar que es un cuadripléjico. Por el resto de su vida terrena necesitará que otro continúe obrando a su favor. Un cuadripléjico lo único que puede hacer es agradecer; en sus labios habrá una constante palabra de gratitud. Quizás podemos hablar del cristiano como un muerto resucitado, pero sin olvidar que resucita como Lázaro, con un cuerpo imperfecto, cuadripléjico. El cristiano continúa con su incapacidad, de ahí que no es su fe, su perseverancia, su desarrollo de carácter o su imitación de Cristo lo que le asegura que continuará viviendo, sino la obra que Cristo realizó y con la cual lo continúa sosteniendo.
son las 06:51 leí este articulo y me gusto mucho no siempre me levanto tan temprano. por la gracia de DIOS conoci al SEÑOR hace tiempo desobedecí al Señor muchas veces apartandome de su palabra. admiro el amor que el JESUCRISTO nos tiene como habla a traves de sus siervos a traves de internet. por fabor no dejen de hacer este trabajo. mi oracion a DIOS esta mañana es para ustedes gracias doy a mi REDENTOR por tener hermanos como ustedes
Gracias por sus palabras. Es un privilegio el poder ser de bendición a un alma que necesita de las seguridad de saber que Dios es Dios del prodigo, no solo del que queda en la casa. Bendiciones.
Sin lugar a duda y con toda sinceridad me ha impactado positivamente la similitud del cuadriplejico. Que el Senor te siga bendiciendo para exponer el Camino.
Gracias mi hermano, Bendiciones.
Bien dijo alguien en su programa que el evangelio de ustedes es el evangelio de los necios o el evangelio de los inutiles. Lo criticaron en el programa entonces, pero este articulo confirma que el dios de ustedes los ve como in’utiles que es lo que usttedes le negaron al oyente, sus propias palabras confirman al oyente. A confesion de parte relevo de prueba. ?Por que lo criticaron entonces y con este articulo confirman que la vision que ustedes tienen del cristiano es la de un inutil como les dijo el oyente, un cuadraplejico dicen ustedes ahora confirmamdolo. Se contradicen ustedes mismos. Si el dijo la verdad por que se molestaron.
Mi amigo, gracias por pretender leer el artículo. El artículo sostiene que el hombre en su presente condición de pecado no tiene nada que ofrecerle a Dios. Aun el cristiano, por poseer un corazón afectado por el pecado tiene que decir como Pablo: el pecado mora en mi.
En “sí mismo” el cristiano es un pecador que merece el infierno. “En Cristo” todo creyente es un ser especial, único, fiel a Dios, perfecto, sin mancha. Es objeto de la complacencia divina. Heredero juntamente con Cristo; ha muerto y resucitado en su Salvador y se encuentra sentado a la diestra de Dios (Efesios 2). Todas estas son realidades que disfruta en su Representante celestial, no se dicen de él “en la carne”. Pablo decía: De aquí en adelante a nadie conocemos según la carne…Si alguno está en Cristo es una nueva creación, lo viejo pasó (2 Cor. 5:17). Como puede ver, al hablar de lo que somos “en nosotros” se requiere que confesemos que no mora el bien, y simultáneamente confesamos que somos perfectos en Cristo. La relación que guardamos con Dios, como creyentes, no se basa en lo que somos “en la carne”, en nuestras obras, mas bien en lo que somos “en Cristo”. En él estamos completos, nada nos falta, esto no podemos decirlo en términos de lo que ocurre en nuestra experiencia, es un juicio que Dios hace en base a nuestra posición en Cristo. Ante los ojos de la justicia divina, cuando nos mira “en nosotros mismos”, somos unos cuadripléjicos, pero cuando nos mira “en Cristo” no contempla nuestra imperfección.
Como puede darse cuenta, si analiza el artículo sin prejuicios, lo que afirmamos del cristiano lo presentamos a manera de contraste: lo que es en sí mismo vs. lo que es en Cristo. Dos realidades en las cuales vive hasta el momento en que aparezca su Señor en gloria y lo que ahora es en la carne dejará de ser, para conformarse al cuerpo de Cristo. Bendiciones.