EvangelioNOintelectual

El evangelio no es solo intelectual…¡Umm!

EvangelioNOintelectual ¿Qué se quiere decir con la expresión “el evangelio no es sólo de carácter intelectual”? Antes de responder a la pregunta que he planteado, necesito establecer que es una realidad incuestionable que el evangelio impacta la vida de los creyentes. Si no lo hiciera, si no cambiara su manera de entender a Dios, ver el mundo y relacionarse con los demás, dejaría de ser el verdadero evangelio.

Mi propósito en este breve ensayo es motivarlos a buscar formas claras de expresar las realidades que llegaron con Cristo, las cuales pertenecen a un plano que trasciende toda experiencia humana, aunque la afecta.

El evangelio es no solo…

Hay dos palabras claves en esta declaración, y que requieren explicación, de manera que no se caiga en el error de hacer al evangelio insuficiente y evitar que las personas sucumban bajo el sistema de las obras. Las dos palabras son: “solo” e “intelectual”.  Solo significa: sin añadiduras o complementos, y expresa la singularidad de la persona o de los actos que se describen. Si se sustituye “no solo” por “además” la declaración diría: “el evangelio además de intelectual es…” lo cual comunica que hay algo que falta para tener una definición completa.

Al decir “Dios solo creó el mundo” se asegura que no había ningún otro con él que le ayudara. Si a ese ‘solo’ se le añade el negativo: “no solo Dios creó al mundo” se está indicando que existe otra causa complementaria de la creación. De ser así, ya no se la puede atribuir al único y singular Dios; y esto afectaría tanto la singularidad del acto de la creación, como la exclusividad de Dios como el único y verdadero Dios.

En fin, la expresión: ‘no solo’ comunica la idea que existe alguna otra causa, aspecto, otro factor que se toma en consideración en la definición de lo que es el evangelio. Si confieso que el evangelio es la vida, muerte y resurrección de Cristo en mi lugar y a mi favor, y, por otro lado, argumento que el evangelio ‘no es solo eso’, estaría negando la exclusividad tanto de la persona como de la obra de Cristo.

El evangelio intelectual

La segunda parte de nuestra pregunta tiene que ver con lo que significa que el evangelio sea de carácter intelectual. El diccionario define intelecto como: “Facultad humana de aprender, comprender y razonar” “Entendimiento, inteligencia, facultad con que piensa el hombre”.  Si se emplea la palabra conforme a esta definición habría que rechazar radicalmente que el evangelio sea de carácter intelectual o que tenga que ver con el intelecto. Pues se sostendría que el evangelio tiene su origen en la facultad humana de aprender o llegar a conocer lo que pertenece a Dios. Éste dejaría de ser revelación para convertirse en asunto de filosofía, en razonamiento humano.

Pablo de manera categórica sostiene que “lo que de Dios se conoce es porque Dios lo manifestó”. La revelación es la auto-develación de Dios, la manifestación de su misterio. El Espíritu de Dios se encarga de hacer posible que el hombre llegue a comprenderlo. La fe cristiana sostiene que el misterio tiene que ver con la persona de Cristo y, por lo tanto, habla del mismo en términos de manifestación o hacerse visible. Este conocimiento no es la aprehensión y reconocimiento de una serie de enunciados como ciertos, es confesión de que Dios ha obrado en el mundo y en el tiempo, en la persona de Cristo. El evangelio no es una confesión de meras doctrinas; las doctrinas son solo medios, signos, de las realidades presentes en Cristo.

Sin embargo, creo que la palabra intelectualismo en el contexto de nuestra discusión, se la emplea más en contraste con la experiencia. Intelectual es lo que pertenece a la mente vs la experiencia, que apunta a las emociones y a la forma en que ésta afecta interiormente las relaciones con otras personas. Aun así, no se puede olvidar que la experiencia es una forma de conocimiento que viene con las cosas que se practican en la vida. Se la define como: ‘Conocimiento de algo o habilidad para ello que se adquiere al haberlo realizado, sentido o vivido una o más veces’.

En el ambiente cristiano intelectualismo es lo opuesto a conversión. Creer de manera intelectual se lo entiende como aceptar ciertas cosas como verdaderas, mientras que una fe que trasciende lo intelectual se la entiende como una fe que va más allá de la confesión a la práctica, a las obras o a la vivencia. Con lo que se asegura que “fe sola” no salva sino aquella que obra por el amor; que no es otra cosa sino la vivencia del creyente.

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 “En la medida en que la revelación se identifica con una profunda experiencia personal y con la transformación, se enfatizará más en la preparación espiritual del sujeto mediante la oración y el ascetismo”.

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Para muchos la experiencia ofrece un conocimiento de Dios más elevado que la revelación. Creo que la enciclopedia Británica está en lo cierto cuando establece que “en la medida en que la revelación se identifica con una profunda experiencia personal y con la transformación, se enfatizará más en la preparación espiritual del sujeto mediante la oración y el ascetismo. Entre las grandes religiones vivas del mundo, hay un amplio acuerdo en que la revelación no se la puede comunicar plenamente solo por los libros y sermones, sino por una experiencia inefable, supra-racional.” Esto es cierto en el ámbito de las religiones, pero no en el cristianismo. A este sentido de la experiencia nos oponemos porque hace del hombre el centro, y la revelación pasa a ser una actividad de carácter humana; terminando por ser  la subjetividad del adorador el canal de la revelación.

En resumen, tanto el intelectualismo como la experiencia niegan la revelación de Dios como un acto singular que acontece exclusivamente en Cristo. Convierten la fe cristiana en una actividad del hombre. La revelación es auto-develación, Dios dándose a conocer mediante actos históricos y de manera única en la vida, muerte y resurrección de Cristo. Es un evento singular mediante el cual el Verbo eterno desciende a nuestro mundo para revelarnos a Dios y su voluntad respecto a su creación.

Sostener que el evangelio “no es solo intelectual” es afirmar que: 1) el evangelio pertenece al acto humano de descubrir a Dios 2) que además de intelectual es vivencial (que tiene que ver con nuestro vivir); y por consiguiente ya no se puede hablar del evangelio como la obra exclusiva de Cristo pues habría que añadirle —para hacerlo completo— la experiencia del hombre. Todo esto niega lo singular de la persona y obra de Cristo; lo acabado y lo histórico de su obra.

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