Publico esta respuesta a una nota de una Hermana que tiene su hija enferma porque, como ella, hay otros que están experimentando la misma situación.
La realidad es que no puedo decir que comparto su dolor, sólo una persona que experimente lo que usted está pasando puede realmente hacerlo. Cuando mi hija se casó y se fue de mi lado, sentí que me arrebataban parte de mi vida. No puedo ni imaginarme el dolor que sentiría si estuviese en su situación. Aún así me atreveré a compartir con usted algunas palabras, que ruego a Dios puedan servirle de ayuda.
El problema no es que Dios no la escucha, el tiene sus oídos abiertos para el más leve gemido de su pueblo. Él sufre junto a nosotros. La Escritura da testimonio que: en toda angustia de ellos él fue angustiado. El mismo Jesús aseguró que no cae un pajarito del cielo sin que nuestro Padre Celestial no lo sepa; y nosotros somos más importantes que un pajarito. Él es sabio, y nuestra mente finita no puede entender todo cuanto hace. Job también, como usted, se preguntaba el porqué de su situación. El Cielo aparentaba guardar silencio ante la desesperante angustia del patriarca. Pero no era así, Dios sabía por lo que pasaba, habían cosas que estaban sucediendo que Job no entendía; ni siguiera al final del libro se le dan respuestas. A pesar de ello comprendió que aun cuando no podía entender la razón y el porqué de todas sus interrogantes; aún así, Dios era más sabio que los hombres. Termina su libro concluyendo: “De oídas te había oído, ahora mis ojos te ven y me arrepiento en el polvo y la ceniza”.
Dios no siempre da respuestas a nuestra interrogantes; quizás si lo hiciera, tampoco lo entenderíamos. Existe un eterno plan para la salvación de todos nosotros; incluyendo a su hija. Su voluntad muchas veces nos sorprende porque pedimos una cosa y recibimos otra. Si usted ha aceptado a Jesucristo como su Salvador, usted es una hija de Dios. Imperfecta como es, Cristo la representa en el cielo; de manera que Dios la ha aceptado y perdonado. En Cristo Dios la ve santa y sin mancha, este es el testimonio bíblico. Le digo estas cosas para que entienda que sus oraciones, al igual que las mías, encuentran respuestas porque Cristo las presenta en virtud de los méritos de su persona, y no en los nuestros. Dios no escucha nuestras oraciones porque seamos perfectos o sin pecado, sino porque Cristo, nuestro Abogado y Sacerdote Celestial, es perfecto y sin pecado.
Dos cosas usted necesita recordar. Primero: todos vivimos en un mundo caído, la enfermedad asalta tanto a los creyentes como a los incrédulos. Vivir en un mundo como el nuestro es el resultado de la mala decisión que hizo Adán. El pecado de un hombre nos colocó en la miseria en que vivimos. Con todo, la buena noticia es que Cristo, nuestro segundo Adán, venció para destruir la muerte, el dolor y toda enfermedad. Nos promete un mundo mejor, pero ese mundo aún no ha llegado. Pablo, refiriéndose a ese momento escribió, que los creyentes por el Espíritu gimen impacientes, esperando la redención de sus cuerpos corruptibles y pecaminosos. Un día esto mortal será vestido de inmortalidad, entonces podremos proclamar en nuestra carne una total victoria. Mientras, necesitamos vestirnos de paciencia y esperar el momento final de nuestra liberación.
Lo segundo que necesita recordar es que el Soberano y Sabio Dios ha diseñado un plan para cada vida, misterioso e insondable para nosotros, el cual únicamente entenderemos una vez terminemos nuestra trayectoria por este mundo. Algunos enseñan que si las personas tienen suficiente fe, sanarán (entienda bien, no negamos el poder de Dios para sanar). Esto hace que cuando la sanidad no llega, los que así creen, piensan que continúan enfermos porque carecen de suficiente fe; esto los deprime. Se sienten abandonados por el Cielo. La realidad es que la voluntad misteriosa de Dios, que lleva a cabo para cada vida, se ha de cumplir no importa lo que hagamos. Esto no significa que no debemos orar o pedir a Dios, más bien que nuestra oración debe ser: “Padre Santo, yo deseo esto, pero si tu voluntad es otra, permíteme cumplirla y aceptarla”. Debemos orar por paciencia para aceptar su voluntad, sea cual sea. Únicamente así podremos apreciar que él siempre responde a nuestras oraciones. Ya sea que nos conceda lo que pedimos o que nos muestre otro camino. Pero siempre su voluntad se cumplirá. Lea estos versos para que pueda ver lo que le explico:
¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección;
mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros (Hebreos 11:32-40).
Los versos 32-35 presentan a grandes campeones de la fe que oraron a Dios y él los utilizó para efectuar grandes milagros. El segundo grupo 36-38, también hombres de fe oraron por salvación, pero Dios tenía otros planes para sus vidas y ellos la aceptaron. Tuvieron que experimentar el sufrimiento y en ocasiones la muerte. Como puede ver, no siempre Dios realiza milagros como los que esperamos. El más grande hombre de fe lo fue Jesucristo; oró a su Padre para que cambiara el plan para su vida y este le mostró que el sufrimiento sería el medio para llevar a cabo la salvación del mundo. Hay un misterio en el sufrimiento que no logramos descifrar, un misterio en donde Dios se mueve, por el cual realiza su plan de salvación. El mismo Dios que guarda silencio al porqué del sufrimiento es el mismo que descendió a nuestro mundo a compartir con nosotros el dolor; tomó nuestra humanidad y sufrió junto a su creación. Desde la cruz, mi hermana, Dios le dice que usted no está sola cuando sufre, Cristo sufre con usted. En el sufrimiento de su hija algún día entenderá qué misterio encerraba el dolor por el que pasa.
No se de a la duda, no permita que la desesperación la lleve a desconfiar que Dios la escucha. Entréguese en las manos de aquel que todo lo conoce; un día usted y su hija estarán frente a Dios y él le explicará el misterio de su dolor. Mientras tanto contemple la cruz donde el Padre celestial dijo ¡No! a la oración de su Hijo para dar salvación al mundo. Es muy probable que en la enfermedad de su hija Dios logre más para la salvación de ella, de usted y de muchos, que no lo hubiese logrado de otra manera. Lo mas importante no es la comodidad en esta vida, sino la bendición que él promete en la venidera. Regocíjese en saber que ella vino al mundo para ser heredera del reino venidero. Gracias a Dios porque le permitió nacer, ya que sólo seres que nacen en este mundo un día disfrutaran de la dicha eterna. Hay de aquellos que no nacerán porque no tendrán el privilegio de ver el rostro de Dios.
Espero por la gracia de Dios que mis palabras sean de bendición, estaremos orando por usted. Pedimos a todos nuestros lectores que mantengan en oración a nuestra hermana.
Gracias por esta respuesta. También fue dirigida a mi y Dios sabe a cuántos más. Quizás por eso no lograba dormir y entré a este site…tenía que leer esto.
Gracias a Dios que puede usar este sencillo instrumento para traer consuelo a su vida. La vida es una bendición del cielo, Satanás se ha encargado de cargarnos de dificultades, necesitamos poner nuestros ojos en el lugar donde Dios ha logrado un triunfo total sobre los poderes del mal que opacan nuestra felicidad. No se de por vencido(a) Cristo logró la victoria para que vivamos cada día en triunfo. En la carne tendremos aflicciones, en Cristo se nos asegura que nada nos podrá separar del amor de Dios. Siga adelante con los ojos puestos en Cristo. Dios continúe bendiciendo su vida como lo ha hecho ya en Cristo.