Continuación de: La Ética Cristiana
El Espíritu desempeña un papel importante en la vida cristiana, en todas las áreas de la fe y el vivir del hombre. El hombre cristiano es una criatura especial, es la criatura que vive en el Espíritu y por el Espíritu. A pesar de sus defectos morales puede confesar: Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Romanos 8:1). El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo (Romanos 8:16-17).
Paradójicamente, el hombre que confiesa su gran deficiencia moral también asegura ser una nueva creación. Se ve a sí mismo como un nuevo Adán: el Espíritu de vida en Cristo Jesús lo ha librado de la ley y de la muerte (Romanos 8:2). Es una nueva criatura en Cristo. No al estilo de muchos que al declarar esto se engañan a sí mismos procurando encontrar tal estado en su propia carne. Para estos la nueva creación es una obra en progreso. El cristiano del Espíritu confiesa que la nueva creación es un acto acabado, ya es una realidad. Así Dios lo revela y así él lo confiesa: las cosas viejas pasaron, todo ha sido hecho nuevo (2 Corintios 5:17).
Es esta convicción la que hace que la ética, o sea, el vivir cristiano, esté centrado en el evangelio. El creyente vive su vida, hace sus decisiones, seguro de que él existe en una nueva realidad; y vive conforme a esa realidad.
La ética de la ley fomenta el fariseísmo y la justicia propia, es una ética con miras a alcanzar un fin: conquistar el favor de Dios. La ética que tiene su génesis en el evangelio está persuadida de que Cristo alcanzó la finalidad de la ley, a saber, la justicia. La carga agobiante por alcanzar satisfacer las demandas morales de Dios se ha convertido en una ligera carga. Hay placer para luchar, para ser mejores, para vivir vidas que inspiren a otros y sea para la gloria del Cielo. Esta no es la ética del pecador en su lucha por ser justo, es la ética de un hombre justo, persuadido de su reconciliación con Dios y su justicia en Cristo.
Como decía Lutero:
” Puesto que las obras a nadie justifican y el hombre tiene que estar justificado antes de realizarlas, resulta evidente que sólo la fe que procede de la pura gracia por Cristo y su palabra es la que justifica suficientemente a la persona y la salva; que el cristiano no necesita para su salvación de ninguna obra, de ningún mandamiento, sino que está liberado de todos los preceptos. Por esta libertad pura hace gratuitamente todo cuanto realiza, no buscando en ello su utilidad o su salvación —ya que su fe y la gracia de Dios le han saciado y salvado…”
Abogo por una ética que esté centrada en la vida, muerte y resurrección de Cristo, no en la ley. El mandamiento no tiene la capacidad para hacer que el hombre obedezca; la verdadera obediencia tiene que ser libre y ausente de temores. Sólo la gracia motiva a un vivir cristiano en libertad y amor. Ella le asegura al creyente que es hijo de Dios aun cuando le fracase, y es esa verdad la que lo inspira a luchar cada día contra las pasiones y defectos de carácter que hay en él.
Ética y adoración
Tan pronto las obras toman el lugar de la fe, incitan al ego humano. Pero la ética que en verdad es cristiana se manifiesta en una vida de adoración, pues en cada cosa que el creyente realiza descubre que es la gracia divina la que le permite estar ante un Dios santo. Reconoce que los ojos puros de Dios están sobre él y, por lo tanto, necesita cada minuto de su existencia que Cristo esté delante de Dios como su Mediador e Intercesor.
Adora a Dios con gratitud cuando da limosna al pobre, cuando realiza sus labores diarias, cuando se niega a satisfacer sus pasiones y apetitos, cuando asiste al enfermo, cuando es un buen padre o una buena madre. Y por contradictorio que aparente, adora a Dios aun en la caída, pues su fracaso lo inspira a humillarse como el publicano.
Bajo la gracia toda la vida del creyente es un acto de adoración que eleva al Cielo como ofrenda en las manos de su gran Sacerdote Celestial. Cuando se entiende y se enseña la ética correctamente, se convierte en un instrumento poderoso para mantener al creyente centrado en el evangelio de Cristo.
Bendiciones!
Nunca he entendido bajo qué bases bíblicas se basan las personas cuando dicen que la adoración es un estilo de vida, porque hasta donde tengo entendido la adoración es el acto de postrarse. Me podrían explicar esto por favor?
Gracias! 🙂
Lo digo en referencia a estos párrafos:
“Adora a Dios con gratitud cuando da limosn al pobre, cuando realiza sus labores diarias, cuando se niega a satisfacer sus paciones y apetitos, cuando asiste al enfermo, cuando es un buen padre o una buena madre. Y por contradictorio que aparente, adora a Dios aun en la caída, pues su fracaso lo inspira a humillarse como el publicano.”
Bajo la gracia toda la vida del creyente es un acto de adoración que eleva al cielo como ofrenda en las manos de su gran Sacerdote Celestial.
Existen varias palabras para describir la adoración. Shachah: con el significado de postrarse, adorar, hacer homenaje, reverenciar. Abad: que significa servir, trabajar, el oficio de los sacerdotes del templo, convertirse en un siervo.¨Minchah: presente, ofrenda. Yadah es la adoración que emana de nuestros labios, con el significado de alabar, dar gracias, confesar. A la luz de las palabras podemos describir la adoración, como la reverencia y homenaje que ofrecemos a Dios al reconocerlo como el único y verdadero Dios. Por lo que a el pertenece nuestras ofrendas de gratitud y expresiones de alabanza. Quien adora se confía a este Dios en todos los aspectos de la vida.
Isaías nos dice que la adoración comienza confesando que el ser que adoramos como Dios es el único que tiene poder para salvar:
No adora quien pone su confianza de preservar su vida en otro que no sea Dios. Salvación en la biblia no solo significa librar del juicio final, también librar de cualquier situación que amenace la vida. Jesús, en la parábola del fariseo y el publicano, habló de cómo el fariseo con justicia propia fue al templo a adorar pero descendió a su casa sin el perdón de Dios. El era un idolatra estando en el templo, porque era un hombre lleno de justicia propia.
Tanto Jesús como Pablo establecen que la adoración debe ser una actitud del espíritu o el corazón. Jesús habló de adorar en espíritu y en verdad, y lo contrastó con la adoración en un lugar (el templo). Esto no niega que toda la persona debe estar envuelta en la adoración. Pablo 1 Corintios 10:31 nos dice: “si, pues, comes o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”. En este pasaje puede darse cuenta que la adoración abarca no solamente postrarse delante de Dios, sino todo cuanto hacemos.
Los pasajes que siguen muestran que cuando el hombre adora reconoce que todo lo que tiene, logra, su comer, su beber y vestido es bendición de Dios.
Reconocer a Jehová como Dios, confesarlo como el único Dios y alabarlo era confesar que el era el Dios proveedor, el Dios redentor, el Dios de victoria. Una de las exhortaciones principales es a no olvidar que Dios es quien nos da toda bendición (leer Oseas 2:1-10) Todo cuando el hombre hace debe hacerlo bajo la convicción de que es el Padre celestial la fuente de toda provisión. Esto es adorar en espíritu y en verdad. Bendiciones, espero que esto le ayude.
Muchas gracias! 🙂