Estamos viviendo en medio de una sociedad que desconoce su propia identidad sexual y el papel que cada uno desempeña en el mundo. Es un mundo sin Dios plagado de problemas que cada uno ha provocado. Hoy día se desea disolver toda distinción de genero, pensando que así se resuelven los problemas que aquejan la relación hombre-mujer en la sociedad. El machismo es una de las razones por lo que esto ha estado sucediendo.
El hombre cree que el machismo es la solución a su problema, la mujer por otro lado piensa que lo es el feminismo. El Machismo como el Feminismo son producto de una sociedad sin Dios en procura de soluciones humanas a un problema que surge de la decadencia de principios espirituales.
El evangelio en realidad es la única solución al problema del machismo. En el evangelio todo hombre encuentra la revelación de parte del mismo Creador de lo que es un verdadero hombre. Cristo es el perfecto Adán en donde el varón y la mujer se convierten en un solo cuerpo en perfecta unidad, reconciliado uno con el otro.
Cristo ha dado misión al hombre, lo ha convertido en salvador de la mujer. Así como el hombre es hombre en relación con la mujer, lo es también Cristo en relación con la iglesia. Cristo es el hombre que se define en su papel de esposo de la iglesia. Él es el hombre que se sacrifica, el hombre que se entrega, que está dispuesto a sufrir por la mujer, que procura en todo momento el bienestar y felicidad de ella.
En Cristo el machismo termina, el hombre se emancipa de su espíritu violento y amenazador hacia la mujer, para convertirse en el hombre que vela por la salvación de ella, como vaso débil, coheredera con él de la gracia. La solución al problema hombre-mujer no se encuentra en destruir la identidad y misión de cada uno de ellos, sino en mostrarles su lugar en Cristo; y como pueden como personas redimidas cumplir el propósito de su existencia.